La atención es un proceso que no solo depende de nosotros. Nuestra mente siempre está condicionada por algunos factores que pueden alterar su funcionamiento. Existen dos clases de determinantes: los externos, que provienen de nuestro entorno, y los internos, que provienen de nosotros mismos.
Los determinantes externos son aquellos que provienen del exterior y facilitan la atención del sujeto. Por ejemplo, un sonido o un color intenso captarán con más facilidad nuestra atención. Sin embargo, si el estímulo es débil pero se repite constantemente nuestra atención también suele concederla mucha importancia.
Otros determinantes, por ejemplo, son el tamaño del estímulo o el movimiento o desplazamiento que éste pueda realizar. Del mismo modo, el contraste también es un elemento determinante para captar nuestra atención.
Todos estos factores suelen ser tomados en cuenta por la publicidad para poder captar más fácilmente la atención de los consumidores.