A partir de los mecanismos implicados en el proceso de atención, es posible identificar a la atención selectiva. Esta, tal como su nombre lo sugiere, es la habilidad para seleccionar entre los objetos a los cuales podemos enfocar nuestra atención.
La atención selectiva se define como la habilidad para responder a los aspectos esenciales de una tarea y, a su vez, dejar de lado aquellos aspectos que nos resulten irrelevantes. De esta manera se facilita el funcionamiento de la atención y se ejerce cierto control sobre los mecanismos y procesos implicados.
Los mecanismos implicados en este proceso son específicamente tres: el procesamiento de solo una parte de la información recogida del ambiente, el uso de determinados procesos cognitivos y no de otros (ya que la mente solo emplea aquellos necesarios para procesar el objeto seleccionado), y las respuestas brindadas a solo algunas de la totalidad de demandas.
Lo fundamental aquí es la selección de información. Si nuestra atención está en capacidad de seleccionar los estímulos más importantes, nuestra mente funcionara de modo más eficiente.