La importancia de los educadores está lejos de ser discutida. Su influencia es clave en el desarrollo, no sólo académico, si no también personal de los niños y niñas que están bajo su tutela. Dependiendo de sus criterios a la hora de educar, los resultados irán en una línea u otra. ¿Te gustaría estudiar para ser profesor o ya estás preparando unas oposiciones para maestros? Entonces es esencial que manejes estos principios pedagógicos de la educación que todo docente debería conocer.
Antes de desglosar estos principios pedagógicos de la educación es interesante que empecemos por señalar la importancia de crear entornos y ambientes “amistosos”. No queremos decir que el docente se convierta en el “colega” de sus alumnos, ni mucho menos. Pero sí es básico que haya una corriente de confianza y un diálogo fluido en el que se compartan puntos de vista e inquietudes. Sólo así, los alumnos se sentirán comprometidos con su propio proyecto evolutivo.
¿Cuáles son los principios pedagógicos en la práctica docente?
Sobre los siguientes aspectos esenciales con los que deben trabajar los docentes hay un consenso general. Da igual la etapa educativa de la que hablemos, incluso casi podríamos considerarlos como los principios aceptados en los países de nuestro entorno cultural. Son los siguientes:
1. Identificar las realidades individuales de nuestros alumnos
Aunque es evidente que el currículum de educación se planifica de forma genérica, a la hora de llevarlos a la práctica el docente debe tener en cuenta las circunstancias de cada niño o niña. Se trata de que todos alcance el mismo objetivo, para lo que usaremos las herramientas más eficaces en cada caso.
2. Utilizar todos los tipos de aprendizaje
Lejos deben quedar los tiempos en los que sólo se daba importancia al aprendizaje memorístico. No es que se tenga que prescindir de él, pero se ha de combinar con otros como el razonamiento o la atención. Al final, se trata de armonizar los procesos cognitivos y los emocionales para conseguir la mayor implicación.
3. Potenciar el papel de la creatividad
No estamos acostumbrados a que se valore esta herramienta fuera del contexto de las actividades denominadas “artísticas”. Sin embargo, se ha demostrado que es imprescindible para dar un salto cualitativo en el nivel de la enseñanza. La curiosidad, la flexibilidad y la imaginación no solo son bazas valiosísimas para el tribunal de una oposición; también son imprescindibles para avanzar en el conocimiento.
4. Desterrar la cultura del fracasado
Mucho tenemos que aprender en este terreno de las sociedades anglosajonas. En nuestro país cometer errores tiene una doble penalización porque te deja marcado como persona ineficaz o no válida. El miedo a que les califiquen de fracasados hace que muchos alumnos no se arriesguen, vayan a lo seguro. ¡Nos perdemos un caudal de ideas increíble! La etapa educativa debe ser el momento de hacer pruebas, de indagar, de explorar nuevos caminos… sin pensar en el acierto como meta.
5. Implicar a la familia en el proyecto educativo
En ese ambiente de cercanía que hemos destacado, el entorno familiar del alumno juega un papel importante. No podemos convertir al estudiante en una pelota de ping-pong que salta del campo de los intereses de los docentes al de los padres. Los niños no pueden percibir que son dos mundos enfrentados, ni siquiera distantes porque ambos son igual de esenciales si apostamos por una educación integral.
6. Practicar la coevaluación continua
Es necesario que se vayan valorando los resultados del aprendizaje de forma sistemática. El modelo de exámenes únicos, en los que se amalgama mucha materia, y el alumno apuesta todo a una carta deben desaparecer. La constante evaluación de la adquisición de conocimiento permite que se visualicen posibles errores y se puedan paliar.
Con estos principios pedagógicos de la educación que todo docente debería conocer se asientan unas bases sólidas para conseguir un desarrollo completo de los niños y niñas que tienen bajo su responsabilidad.